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Algo Cambiará para tu Bien

  • PERMITIENDO QUE DIOS HAGA LA DIFERENCIA
  • por H. Chapa

 

En momentos como el que hoy nos toca vivir, en lugares de México azotados por el terremoto de magnitud 7.1 grados Richter, enfrentamos grandes desafíos como crisis emocionales y económicas. Es natural buscar alternativas para cambiar nuestra tragedia en tiempos mejores.

Permíteme compartirte una historia que encontramos en el documento de mayor rodaje, que más ha trascendido en la humanidad, y que nos habla del Creador y de nuestra relación con Él: la Biblia.

Cierta ocasión se encontraban los discípulos de Jesucristo con Él dentro de una barca y de repente se desató una fuerte tormenta justo mientras Jesucristo dormía.

  • “¡Maestro!, ¿no te importa que nos ahoguemos?     –gritaron los discípulos.
  • El se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar diciendo:
  • –¡Silencio! ¡Cálmate!
  • El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.

 

  • – ¿Por qué tienen tanto miedo? – dijo a sus discípulos –¿Todavía no tienen fe?
  • Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:
  •  –¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (tomado de Marcos 4:38-41, NVI)

 

Sin duda, esta fue una tremenda lección de confianza que Jesucristo dio a sus discípulos.

Fe significa saber en qué o a quien creerle, al grado de poner en dicha persona su confianza.  Lo importante no es tener fe, sino en qué o en quién ponemos nuestra confianza.

La clave está en poner nuestra confianza en algo que es más grande que la dificultad que tenemos que enfrentar.

Jesucristo, como el Hijo de Dios enviado para restaurar la relación del ser humano con Dios, fue capaz de cambiar la adversidad en tiempos mejores para los que confiaron en Él.

Sin embargo, algo contrastante ocurrió más adelante en la historia y en la relación de estos mismos discípulos con su Maestro, Jesucristo.

Después de que Jesucristo había tenido un día de enseñanza a una audiencia de cinco mil hombres, les pidió a sus discípulos que subieran de nuevo a la barca y se adelantaran hacia otro pueblo.

Navegando los discípulos en la barca, ya en la madrugada, les tomó por sorpresa otra tormenta, haciendo que las olas zarandearan la frágil barca.

De repente, sucedió algo insólito.

  • “En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el mar. Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados.
  • –¡Es un fantasma!– gritaron de miedo.

 

  • Pero Jesús les dijo en seguida:
  • –¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
  • –Señor, si eres tú – respondió Pedro –, mándame que vaya a ti sobre el agua.

 

  • –Ven– dijo Jesús.
  • Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús.” (tomado de Mateo 14:25-29, NVI)

 

En su experiencia anterior en una tormenta, los discípulos habían aprendido que mientras Jesucristo estuviera con ellos en la barca, podían confiar que Él cambiaría las circunstancias para darles la solución a sus problemas.

Pero ahora se encontraban solos en la barca y, cuando apareció Jesucristo, Él no cambió la tormenta sino que Él mismo se encontraba en ella.

Uno de ellos, Pedro, vio que si Jesús seguía teniendo el poder sobre las circunstancias, pues estaba sobrenaturalmente caminando sobre las aguas, si Jesús quería, él también podría hacerlo. Así que se lo pidió.

En esta segunda historia, vemos que Jesucristo no cambió los problemas, pero sí le dio a uno de los discípulos que se atrevió a confiar en Él, la capacidad de moverse SOBRE los problemas.

Combinando las dos historias de las tormentas que azotan la barca (la barca la podemos ver como nuestra vida, familia, salud, o economía) encontramos dos grandes principios:

1. Lo importante no es si Dios está dentro de nuestra “barca” o si está afuera permitiendo que los problemas continúen azotándonos; lo importante es estar donde Él está, confiándole plenamente nuestra vida.

2. Dios es la fuente de poder y fortaleza más grande que cualquier adversidad, y Él siempre hará un cambio a nuestro favor. 

Reflexiona en la siguiente imágen y la frase célebre ahí escrita:

 

El cambio que Dios hace en aquellos que confían en Él, a veces se va a dar en lo exterior, cambiando las dificultados, y otras veces lo hará en nuestro interior sin cambiar las dificultades para que nosotros seamos los que caminen sobre ellas.

¿Por qué confiar en Dios y no en uno mismo, o en el dinero, o sólo nutrirse del amor de otros para avanzar?

Porque somos frágiles; porque cualquier recurso es limitado; pero cuando ponemos nuestra confianza en aquel que es más poderoso que la adversidad; el Creador y verdadero Padre para quien le busca, tenemos la garantía de que algo cambiará para nuestro bien.

Date la oportunidad de que así como Jesucristo realizó dos tipos de cambios a favor de sus discípulos, Dios lo haga en tu vida.

Jesucristo vino para restaurar nuestra relación con Dios al pagar hace dos mil años en una cruz el precio del acceso a la presencia y fortaleza de Dios en cualquier circunstancia de nuestra vida.

Solo se necesita tener un encuentro con Él.

Aprovechando que Dios está en todas partes y nos escucha y acude a la voz del que se dirige a Él con fe, dile que rindes tu vida a Él para que la dirija, confiando en Él como su único salvador, y reconociendo su amor al morir en la cruz por ti.

Si confías en Dios por medio de Jesucristo de esta manera, te verás como Pedro, ya sea siendo librado de las dificultados porque Dios las cambiará a tu favor, o sorprendido del cambio interior que Dios hará en ti para hacerte capaz de caminar sobre la adversidad.

Una cosa u otra, grandemente ALGO CAMBIARA PARA TU BIENESTAR.

El profeta Nahúm lo resumió así:

“El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.” (Nahúm 1:7)

 

Si deseas conocer más sobre cómo ser fortalecido, o tener un encuentro transformador con Dios, puedes enviarnos un mensaje a info@grupoelcamino.org